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Como avanzar hacia un consumo de información más responsable y ético


San Cristóbal, Por Julio César García. –
Entender la fuerza de la prensa y los medios de comunicación ha sido una lección bien aprendida por quienes ejercen el poder y buscan dominar a las masas.

La frase "A peor funcionario, mejor prensa" refleja una realidad irónica y risible, pero profundamente cierta: “Dime cuánto cuentan de ti los medios y te diré qué tan mala y deficiente es tu labor”, se puede aplicar en el día a día reflejando nuestra realidad. Este fenómeno no es local, sino global. Los medios de comunicación han sido herramientas clave para moldear percepciones y consolidar intereses, a menudo sacrificando la verdad en el proceso.

La era de la posverdad y la desinformación

Vivimos en tiempos dominados por la comunicación digital, el big data, los relatos falsos, los bulos y la posverdad. En este contexto, la distribución selectiva de las verdades y la falta de verificación de los hechos son prácticas comunes. Hemos llegado a un punto en el que “no importa si es verdad; si te suena bien, lo compras”. Esta mentalidad alimenta un sistema en el que los medios no se ajustan a la verdad, sino que favorecen intereses económicos y políticos.

Esta realidad no solo afecta a individuos, sino también a colectivos como empresas, movimientos sociales y organizaciones que, en su lucha por visibilidad, se ven atrapados en narrativas sesgadas. El panorama mediático actual está diseñado para manipular nuestras percepciones y reforzar estructuras de poder.

El desafío de informar con ética

En medio de esta crisis de verdad, hacer periodismo ético y moralmente apegado a los hechos es un deporte de alto riesgo. La búsqueda de la verdad a menudo condena a los periodistas al anonimato o a la marginación. En un mundo donde “todos queremos caer bien y nadie quiere ser confrontado por la verdad”, el camino ético resulta incómodo y cuesta arriba. Sin embargo, es crucial insistir en este esfuerzo, pues sin una prensa comprometida con la verdad, las sociedades quedan a merced de la manipulación.

¿Cómo combatir la desinformación en un mundo globalizado?

En este tiempo de verdades convenientes y voluntades algorítmicas, surge una pregunta fundamental: ¿cómo podemos vacunarnos contra el virus de la sinrazón? Las respuestas no son simples, pero es esencial explorar alternativas que nos permitan manejar nuestro consumo de información de manera más consciente y crítica.

 

Fomentar el pensamiento crítico: La mayor herramienta para combatir la desinformación es la capacidad de crear juicios críticos sobre los acontecimientos, tanto en nuestro entorno inmediato como fuera de él. Antes de asumir algo como verdad, debemos cuestionar y cuestionarnos.

Buscar fuentes confiables y diversas: Aunque todos los medios tienen algún grado de sesgo, es posible identificar aquellos que mantienen una convicción firme de apegarse a los hechos. Consumir información de diferentes perspectivas ayuda a obtener una visión más equilibrada de la realidad.

Analizar la realidad más allá de la narrativa mediática: No basta con aceptar lo que nos muestran los medios; debemos esforzarnos por ver el mundo tal como es y no como lo caricaturizan quienes controlan las narrativas. Este es un reto al que tenemos pocas alternativas, pero que debe asumirse con determinación.

La razón como aliada en los tiempos modernos

En última instancia, la razón es nuestra mejor aliada en esta era de la desinformación. Aunque no siempre nos lleva por caminos cómodos, su valor radica en su capacidad para liberar nuestras mentes del control que ejercen los intereses del poder y el dinero.

Hoy, la buena prensa casi siempre está asociada a malas noticias, mientras que la mala prensa refleja los intereses del sistema. Reconocer esta dinámica y actuar con criterio nos permitirá avanzar hacia un consumo de información más responsable y ético.

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