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Los que Padecen Trastornos Mentales: Condenados por la Ignorancia o Pobreza Extrema


San Cristóbal, Por Julio César García. –
La realidad de la salud mental en contextos de pobreza extrema es una crisis humanitaria silenciada. En barrios marginados, la falta de recursos y la ignorancia condenan a individuos con enfermedades mentales a vivir en condiciones infrahumanas.

Recientemente, un caso ha conmovido y tiene en suspenso a los vecinos de una residencia en el barrio San Isidro en San Cristóbal, en esa residencia se encontró a un joven de entre 30 y 33 años encarcelado en una jaula, desnudo, en un entorno sucio y sin ningún cuidado.

La situación que ha alarmado este sector sale a la luz pública gracias a la intervención del Departamento de Salud Mental de la Dirección Provincial de Salud de San Cristóbal y la junta de vecinos del barrio, quienes acudieron luego de que varios vecinos denunciaran unos gritos perturbadores y un hedor insoportable que emanaban desde la mencionada casa, ubicaba de la calle C del barrio.

La directora de Salud Mental deploró las condiciones infrahumanas en la que es mantenido este joven, asumiendo el compromiso de llevar el caso a todas las autoridades que tienen incidencia en estas situaciones.

Además, expresó la sospecha de que otros miembros de esta familia puedan estar padeciendo patologías relacionadas con trastornos mentales severos y citó la alta posibilidad de encontrar bacterias que pueden producir otros tipos de enfermedades, ya que el enfermo está en un espacio rodeado de sus propios desechos fisiológicos.


Por desgracia, este tipo de casos son propios de una sociedad que no ha tenido la oportunidad de acceso a una educación que les permita tomar las medidas correctas ante situaciones que por su carácter ponen en peligro no sólo al enfermo, también a una parte de quienes les rodean.  

Consultada al respecto la licencianda Altagracia Frías Mateo nos hizo saber que el abandono y la falta de atención no solo afectan al enfermo, sino que reflejan una sociedad que ignora a sus miembros más vulnerables.

“La pobreza agrava este drama, limitando el acceso a tratamientos y perpetuando la marginación. Es fundamental generar conciencia, promover la empatía y exigir políticas que dignifiquen a estas personas. No podemos seguir siendo cómplices del silencio”, sentenció la profesional.

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