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"La gran depresión": teatro, verdad y espejo del alma


Santo Domingo, Por Julio César García. –
El teatro es, en esencia, un reflejo de la vida, un lugar donde la realidad y la ficción se funden en un abrazo íntimo. Bien ejecutada, una obra teatral no solo entretiene: conmueve, sacude, deja cicatrices en el alma del espectador.

Es ese momento en que una mirada, una pausa, un gesto aparentemente simple, logra desnudar al público frente a sus propias emociones. Y cuando el tema que se aborda es tan crucial como la salud mental, esa conexión traspasa lo estético y se convierte en experiencia espiritual.

"La gran depresión", escrita por el reconocido guionista Félix Sabroso (Palma de Mallorca, 10/08/1965), es una de esas piezas que no se miran: se viven. La puesta en escena en la sala Ravelo del Teatro Nacional de la República Dominicana, bajo la producción de Juancito Rodríguez y la precisa dirección de Indiana Brito, ofrece un espectáculo de alta factura emocional y artística. Las interpretaciones de Elvira Taveras (Manuela) y Lumy Lizardo (Martha) son, sencillamente, memorables. Ellas no actúan; se funden con sus personajes, los encarnan hasta volverlos carne viva sobre las tablas.

Hablar de salud mental desde el arte escénico es un acto valiente y necesario. En un mundo que corre al ritmo de la inmediatez y prefiere el silencio frente al sufrimiento emocional, esta obra se atreve a nombrar lo innombrable. Pone rostro, voz y cuerpo a ese dolor silente que muchos arrastran. Lo hace con inteligencia, sensibilidad y sin recurrir al melodrama fácil.

A pesar de su brevedad, "La gran depresión" logra lo que muchas obras extensas no consiguen: provocar una reflexión profunda y sostenida. El guion desnuda los síntomas de la inestabilidad emocional con agudeza, pero sin didactismos. Se instala en el cerebro desde el primer instante, y desde allí orquesta una catarsis inevitable.

Cada elemento —desde la escenografía hasta la música, pasando por los silencios perfectamente orquestados— revela un cuidado riguroso por los detalles. Nada falta. Nada sobra. La dirección sabe exactamente cuándo apretar y cuándo soltar. Y el resultado es una obra que no solo se ve: se siente, se piensa, se recuerda.

Como broche de oro, el foro posterior a la función, donde el público puede interactuar con las actrices, la dirección y una especialista en salud mental, enriquece aún más la experiencia. Este espacio de diálogo, reflexión y escucha transforma la función en un acto comunitario de sanación y aprendizaje.

"La gran depresión" no es solo una obra teatral. Es un grito disfrazado de risa, una lágrima contenida en la comedia, una invitación a mirar hacia adentro. Estará en escena hasta el próximo 13 de julio de 2025. No verla sería perderse una de las propuestas más necesarias y conmovedoras del teatro actual.

Toda esta experiencia vivida se ha materializado gracias al programa de Capacitación Cultural del Ministerio de Cultura de la República Dominicana, el Teatro Nacional Eduardo Brito y la Fundación Amigos del Teatro Nacional, a los que se han sumado un nutrido grupo de patrocinadores.

 

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