Leonel Martínez explora la historia dominicana a través de una novela que interpela la memoria colectiva y desafía la mirada única del pasado.
San Cristóbal, Por Julio César García. – Ver las distintas caras de un hecho es la mejor forma para hacernos un juicio crítico de la historia que habremos de contar en el futuro. La historia siempre ha tenido el sesgo de los intereses de quienes la cuentan. Decía Eduardo Galeano: "Es verdad que la historia la escriben los vencedores; es parte del botín, quedarse con la memoria".
Conociendo
esta premisa, el abogado, profesor y periodista Leonel Martínez ha recopilado
una serie de eventos del pasado para servirlos al público en forma de novela,
en una obra imperdible que ha titulado El Tirano del Prado.
Publicado
por la editora FLAM, El Tirano del Prado es un conjunto de relatos diseminados
en catorce títulos, distribuidos a lo largo de 311 páginas, plagadas de
narraciones que, basadas en la realidad, son impregnadas del néctar dulce de la
prolífica imaginación del autor.
Sobre
el proceso de creación, el autor comenta: “Empecé
a edificar El Tirano del Prado como una casa modesta de tablas de palma. Al
principio, las imágenes de los acontecimientos eran la única materia prima.
Pero me encontré con la dificultad de que, para fijar las tablas a los puntales
de madera, necesitaba clavos, es decir, palabras”. -Leonel Martínez, 2025, pág.
11.
La
mezcla de personajes e historias reconocidas por gran parte de los dominicanos
con figuras salidas de la imaginación del narrador (quien aparece como testigo
cercano de los hechos) convierte a El Tirano del Prado en una legítima
expresión literaria. La obra lleva al lector desde espacios conocidos, cargados
de memoria colectiva, hacia escenarios nuevos, dibujados con el pincel
invisible de quien narra y da nuevos colores al paisaje.
Leonel
Martínez ha puesto en circulación un libro que reúne todos los elementos para
convertirse en uno de los más leídos en un futuro muy cercano. Este recuento
narrativo contiene, asimismo, una gran carga emocional derramada por el autor,
quien ha sido quirúrgicamente meticuloso en el uso de cada figura literaria.
Sus historias entrelazan pasión, alegría, jocosidades e historia en estado
puro.
Un
punto especialmente interesante es la representación de personajes históricos
como Pedro Santana, quien aparece en una faceta poco común: en momentos de
cuido y protección de sus propiedades, con el esmero de quien vela por su
propia salud. Esta visión permite ver a uno de los personajes más siniestros de
nuestra historia desde una óptica humanizada, más cercana a lo que podría ser
una narración desde la imparcialidad: “Santana parece proyectarse
anatómicamente a su alrededor”. -Leonel Martínez, 2025, pág. 21.
No
obstante, este tratamiento plantea algunas interrogantes necesarias: ¿logra
Martínez equilibrar con acierto la ficción y el documento histórico sin caer en
la idealización? ¿Corre el riesgo de suavizar la figura de personajes cuyas
acciones siguen siendo dolorosas para la memoria colectiva?, las respuestas son
encontradas dentro del libro que pretendiéndolo o no, muestra las distintas
caras de la historia del Tirano del Prado.
Por
otro lado, es enriquecedor ubicar esta propuesta dentro de una tradición
literaria más amplia. El Tirano del Prado dialoga, sin duda, con una rica
corriente de narrativa histórica dominicana. Obras de autores como Marcio Veloz
Maggiolo, Hilma Contreras o Pedro Mir han demostrado cómo el arte de narrar
puede reescribir el pasado sin perder conciencia crítica. En ese sentido,
situar a Martínez en ese contexto permite apreciar mejor su originalidad, sus
riesgos y sus posibles aportes a la memoria cultural.
El
Tirano del Prado puesto en circulación este 11de julio 2025 en el salón de
actos de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) en San Cristóbal, presentado
por el Doctor Odalis Guillermo Pérez Nina, contó con la presencia de
importantes personalidades de esta ciudad y es, sin duda, un libro que, por su
riqueza literaria e histórica, recomendamos adquirir. En tiempos donde la
memoria está condicionada por la prisa que nos impone la sociedad, volver a
recorrer los caminos de nuestra historia -aunque sea desde nuevas voces y
miradas- es volver a vivir y adquirir calidad de vida.
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