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La cerca de Jamey, un rincón olvidado que encontró alegría, libros, juguetes y amor en Navidad


San Cristóbal, por Julio César García. –
La vocación genuina de servir a los demás tiene múltiples aristas y manifestaciones. Desde realizar actividades individuales y colectivas para ayudar a los menos afortunados hasta ofrecer una mirada afectuosa, una sonrisa sincera o un abrazo acogedor, el acto de brindarse a los demás es una expresión noble de humanidad.

En este constante dar, nos damos cuenta de casos que, por su excepcionalidad y trascendencia, merecen ser resaltados. Hoy queremos compartir la experiencia de una actividad en la que tuvimos el privilegio de participar como testigos de primer orden: “El Tablazo lee: hace feliz a un niño en Navidad”.

A las nueve de la mañana de este sábado, Belkis Marte y parte de su equipo de voluntarios ya estaban listos para emprender un viaje hacia la comunidad de La Cerca, un pequeño caserío de apenas 22 casas. Este lugar, sin energía eléctrica, agua potable, ni servicios de telefonía fija o móvil, parece detenido en el tiempo.

Hacer feliz a un niño en Navidad es una experiencia que irradia y contagiosa alegría. Ver los rostros felices de los niños y sus padres es una recompensa que llena el alma de gozo. Como decía San Ignacio de Loyola: “En todo amar y servir” Vivir este principio de forma tangible es una experiencia extraordinaria que fortalece el compromiso de seguir adelante.


El Tablazo lee, una inspiradora iniciativa liderada por la escritora Belkis Marte, nos brinda la oportunidad de transformar una acción ordinaria en un acto extraordinario. Este proyecto, sostenido por la buena voluntad de los amigos y familiares de Belkis, trasciende las barreras geográficas de sus instalaciones físicas y abre un universo de posibilidades a través de la lectura para niños, niñas, adolescentes y adultos.


Hoy, como testigos de esta noble labor, podemos afirmar que Belkis Marte y su equipo son una fuente de inspiración para creer que la humanidad avanza hacia el bien. Ver cómo un grupo se convierte en un equipo, trabajando unidos como si se conocieran desde siempre, es un milagro que solo las actividades hechas con amor pueden lograr.


La experiencia dejó una huella no solo en los beneficiarios, sino también en los voluntarios. Es increíble cómo esta actividad los unió a todos. Este constituye un recordatorio de que, con amor, se pueden superar todas las barreras”. 

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