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De cobrador de guagua a director de operaciones internacionales de la MLB


Santo Domingo. –
El verdadero triunfo de un ser humano es poder hacer lo que le gusta y vivir de eso. Henry González es un ejemplo de cómo se puede llegar hasta la cúspide, comenzando desde la base más humilde.

Nacido en La Isabela y criado entre Palmarejo, Pantoja y La Hondonada, Henry González trabajó como pastor de vacas, ayudante de mecánico y cobrador de guagua, mientras se preparaba en la escuela. “Yo comencé ahí en la escuela que está al lado del pley, que es la escuela rural de La Isabela. En ese entonces era solo hasta octavo curso, entonces de ahí tuve que trasladarme a Los Alcarrizos para terminar el bachillerato”, recuerda con cierta nostalgia.

Las lecciones de ser cobrador de guagua

“Muchas de las cosas que tengo actualmente se las debo a ser cobrador de guagua”, afirma Henry, explicando cómo este trabajo le enseñó habilidades clave. “Siendo cobrador de guagua tratas de convencer a las personas de que siempre hay asientos, pero si no hay asientos, tú convences al joven para que le dé su asiento a una persona mayor. Debes tener un sistema de logística, mantener el vehículo limpio y cuidar su imagen. Tienes que ser buen contador, buen administrador, buen mercadólogo; en fin, es una escuela para formarte como ser humano”.

No soñaba con las Grandes Ligas

Henry admite que en esos tiempos no se imaginaba como jugador de Grandes Ligas. “No porque no me tuviera fe o subestimara mi talento, era más bien que en esa época no existía la comunicación como ahora, que te permite tener mayor contacto con todo lo que ocurre alrededor del béisbol de las Grandes Ligas. En ese tiempo no era tan fácil ver un jugador profesional, no es como ahora que ves muchos ejemplos de jugadores y con el tema de las redes sociales, tú te motivas”.

El béisbol, los estudios y la formación en el hogar han sido las claves que permitieron a Henry triunfar en la vida, sin dejar de mencionar su inquebrantable fe en Dios y su pasión por lo que hace.

De campocorto a lanzador

Inicialmente, Henry pensó que sería campocorto, pero terminó firmando como lanzador. Recuerda que el día en que lo vieron para firmarlo, pensó que no había impresionado a Pablo Cruz. “Pablo dice que yo lo engañé y yo creo que sí (cuenta entre risas), porque él no me midió con radar, solo me vio la soltura que tenía, que era bastante fluida”. Después de la prueba, pidió hacer un último lanzamiento, pero Pablo le dijo que no. “Pensé que le gusto tan poco que no quería verme más”, dice Henry. Sin embargo, esa misma noche lo llamaron para ofrecerle un bono de 9 mil dólares por su firma.

Henry estuvo dos años en las Grandes Ligas, hasta que fue dejado en libertad. “Cuando te dan el lanzamiento, muchos piensan que el mundo se acabó. Yo le digo a los jugadores: no es lo mismo que te dejen libre después de un tiempo en Grandes Ligas, aunque duele. Pero cuando te dicen 'ya tú no vas a ser pelotero profesional, ya tú no eres opción para estar en Grandes Ligas', en buen dominicano, eso es un fuetazo, no es fácil. Para mí, gracias a Dios, tenía mi comunidad en la iglesia, los estudios, la estructura familiar, eran como los rieles que me llevaban y me soportaron”.

Nunca olvidar de dónde vienes

A pesar del tiempo que ha pasado y lo mucho que ha logrado en la organización que rige las Grandes Ligas, Henry nunca ha perdido la conexión con sus raíces. “Siempre trato, cuando voy donde mi madre, de caminar, saludar a mi gente. Ese abrazo, ese calor de mi gente no tiene precio. Amo mi pueblo porque mi vida está ahí; la esencia de lo que yo soy es toda la gente que he tenido a mi alrededor”.

Cuando cerró la Fundación Clinton en República Dominicana y quedó sin trabajo, él y su esposa acordaron que intentaría conseguir un empleo en el béisbol. “Yo comencé a evaluar jugadores por mi propia cuenta en todo el país. Empecé a llevar currículos a diversas organizaciones de béisbol de Grandes Ligas”, comenta Henry. Fue entonces cuando conoció a Damián Jiménez, quien lo llevó donde Don Oscar Pérez, y luego a Joel Araujo, quien era director de operaciones internacionales en Nueva York. Como “Un líder de verdad”, lo describe.


La gran oportunidad en la MLB

Después de cinco entrevistas en varios departamentos de la MLB, Henry fue entrevistado por Joel Araujo, quien se sorprendió de que no lo hubieran contratado antes. Finalmente, lo contrató como pasante y comenzó a asignarle funciones más grandes, enseñándole todo lo que ahora sabe.

Estando en Nashville, Henry recibió un correo de Joel Araujo y Kim Ng, convocándolo a una reunión en la oficina. Al llegar, pensó que había cometido un error y que lo iban a despedir. “Estaba pensando que hice mal, metí la pata, me van a votar”, recuerda. Sin embargo, en esa reunión le informó que había sido promovido a gerente en la oficina de operaciones internacionales. “En esos minutos me llegaron a la cabeza mi madre, mi padre, mis hermanas, mi familia, el lanzamiento. Se me hizo un nudo en la garganta y no pude parar de llorar. Kim, muy humana y empática, se me acercó y me dijo: 'I know what is that'. Me dejó mi tiempo para recomponerme y poder agradecer”.

Un nuevo logro, una nueva emoción

El año pasado, durante el Clásico de Béisbol en Fort Myers, Henry recibió una visita inesperada de Rebecca Seesel, directora de operaciones internacionales de la MLB. Aunque sabía que no tenía razones para preocuparse, nuevamente sentí nervios. Al final, le comunicaron que había sido designado como director de operaciones internacionales. “Otra vez regresaron las lágrimas”, confiesa Henry.

Henry González es un ejemplo para su generación y para las que le siguen, demostrando que con compromiso, fe inquebrantable en Dios, apoyo familiar y educación, se pueden alcanzar hasta los sueños más increíbles. Hoy, ostenta el puesto más alto de la MLB en la República Dominicana, pero sigue siendo el mismo hombre humilde que pastoreó vacas y fue cobrador de guagua.

Estas declaraciones fueron realizadas en el programa Deportes en la Z.

“Ningún intento de liderazgo debe tener como base dudar de la capacidad de los seres humanos que tenemos a nuestro alrededor”. Henry González

 

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