Por Leonardo Cabrera Diaz ,25/09/2023.- Ser presidente de un país, es un singular privilegio y un privilegio singular, una especial oportunidad, y una oportunidad especial, que pocos mortales logran alcanzar, convirtiéndose en el primero entre sus iguales y entre sus iguales, ser el primero.
Y a quien Dios, así bendice, tenemos
el deber de tratar con la mayor deferencia cuando nos dirigimos a su persona,
como: El mandatario, el Excelentísimo y Honorable señor presidente de la
República, su excelencia, o simplemente señor presidente, y así por el estilo,
con la cortesía y el respeto requerido para referirnos a quién encarna la
figura presidencial del Estado.
También resulta ser la persona
más ocupada del país, supeditado siempre a una agenda diaria con la que hay que
cumplir, porque ha de estar pendiente a todos y cada uno de los problemas de la
Nación, tanto en el orden nacional como en el internacional.
Desde las primeras horas del
día, comienzan los afanes de un presidente, con los informes de los organismos
de seguridad y demás instituciones de la administración pública, porque debe estar al tanto y saber cómo va a lidiar
y enfrentar cada situación, de acuerdo a las urgencias y prioridades de las
mismas y las disponibilidades existentes o en su defecto, buscarle la vuelta en
lo que se resuelve el caso.
Tantas son las ocupaciones y
responsabilidades que tiene sobre sus hombros, un jefe de Estado, que el tiempo
se convierte en un verdadero dolor de cabeza, por ello, todo debe estar
estrictamente coordinado, para que no haya demoras, ni retrasos con las reuniones
o encuentros, audiencias y otros compromisos pautados en su agenda.
Cada actividad en la que
participa un presidente, tiene un protocolo a seguir que debe estar ajustado de
acuerdo a las normas establecidas al respecto.
De un presidente de la
república, todo el mundo espera soluciones, sin importar las complejidades de
sus reclamos y demandas, casi siempre exigen respuestas de manera inmediata,
porque son promesas y compromisos asumidos por el mandatario, durante el
proceso electoral y otros, surgidos en el transcurso de su gestión.
Un presidente, diariamente se
enfrenta a situaciones difíciles en las que debe emplearse a fondo para
satisfacer o cuando menos mantener el equilibrio y la concordia de sectores
empresariales, industriales, productivos, gremiales, sociales y otros, que
inciden directamente o indirectamente en el aparato económico del país, a fin
de mantener el equilibrio adecuado.
Y ni hablar, en lo que se
refiere, al buen trato que debe dispensar a quienes aportaron recursos
económicos y de otra índole para la campaña proselitista, cuando estos comienzan
a reclamar el "cariñito gubernamental y a "jalar las sábanas," y
surgen expresiones como, "¿presidente y yo pa´ cuando?
Otros aspectos que conllevan
grandes preocupaciones y, que naturalmente, debe prestar suficiente atención,
al ciudadano presidente, es el relacionado con su partido político.
En este renglón están, los reclamos
y exigencias de sus dirigentes, los que trabajaron y se fajaron en la campaña,
y por los que, gracias a ellos, hoy, todos llamamos, señor presidente. unos,
porque no los han nombrado en el gobierno y dicen, "que están frenando en
el aro", y que hay gente de la oposición, cobrando.
Otros, en cambio que sí están
nombrados, pero no están satisfechos, porque entienden que son merecedores de
un trato mejor, esta situación sucede en todos los niveles, y las quejas son
recurrentes.
Al final del día y después de
tantos ajetreos, amarres, enconos y hasta sus coños por dentro, y cuando un
presidente se dispone a descansar, es posible, que antes de poner la cabeza en
la almohada, tenga que escuchar más reclamos; esta vez, los de la primera dama.
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