Por Leonardo Cabrera Diaz. - La delincuencia anda por sus fueros, a su libre albedrÃo y a campo abierto, sin que nada ni nadie le detenga.
Tal parece no existiera
ninguna institución para combatirla, y todos tenemos miedo; al extremo que de
nuestras propias sombras nos espantamos.
Y no es para menos, vivimos en
un estado de indefensión, a merced y voluntad de malhechores, forajidos y sicarios,
sencillamente no hay autoridad con autoridad.
La tranquilidad y el sosiego son
cosas del pasado, solo quedan en el recuerdo, y en algún pensamiento vago y
difuso.
La connivencia es evidente,
solo existen leyes y reglas para los pendejos, a quienes de vez en cuando, y
cuando asà conviene, los definen como serios y honestos.
Pero ya esto «jarta,» y a
todos nos irrita ver cómo, inescrupulosos les quitan la vida a personas
valiosas, de respeto, a gente de trabajo, tal es el caso de la joven educadora,
Yesenia RodrÃguez, vÃctima de un asalto del que intentó defenderse en San
Cristóbal.
El paÃs se desgarra, entre
robos, atracos, asaltos, asesinatos y drogas a diestra y siniestra.
La delincuencia nos come vivo, y no saben qué
hacer, pero qué podemos esperar sà las autoridades, están a la defensiva, y
solo nos hablan de la cacareada reforma a la PolicÃa Nacional, que está todavÃa
en ciernes, como única salvación.
Es una verdadera vaina,
mientras tanto, que nos coma el tigre.
Dios nos ampare.
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