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Con los ojos del espejo y el crujir de dientes


Por Leonardo Cabrera Diaz. -
Mirarse al espejo forma parte de la cotidianidad de todos los seres humanos, con excepción de aquellos que por causa de algún impedimento físico o fuerza mayor se ven privado de hacerlo.

En algunos casos, una ojeadita en el espejo se vuelve tan recurrente y tan necesaria que se convierte en una adicción prácticamente incontrolable, principalmente para aquellas o aquellos en los que resulta ser su mejor aliado al momento de cuidar celosamente su figura e imagen.

El espejo, constituye sin lugar a dudas un cómplice silente, carente de memoria, que no retiene nada, ni a nadie, solo recoge la imagen que se le coloca en su radio de acción, y tal cual la refleja, tanto así, que veces parece burlarse, si le dan una sonrisa, él también se sonríe, si lloran o gritan, por igual llora y grita.

Pero este objeto de tanta utilidad solo tiene ojos superficiales que muestra la parte exterior de todo cuanto se le acerca, lo que está a la vista, no profundiza, ni escudriña, pues nada de eso le importa, ni le interesa, pero existe un gran espejo muy diferente, que además de ver, tiene la facultad de hablar, de aconsejar y recriminar; le llaman conciencia.

Ella, (la conciencia), siempre nos acompaña en todo lugar y a toda hora, sin que podamos evitarlo, no importa lo que estemos haciendo, si corremos, corre, si volamos, vuela, en lo que menos participa, es de nuestro sueño, porque se pasa la noche hablando y a cada rato nos despierta para recordarnos nuestros actos, principalmente, aquellos que no considera buenos, y entiende como errores o faltas.

La conciencia, es nuestro espejo interior, en el que se reflejan y hablan en alta voz nuestros más íntimos secretos, por eso a veces resulta tan doloroso mirarnos en ella, porque nos contemplamos desnudos, y sin ambages nos muestra lo bueno y lo malo, las crueldades y virtudes que caracterizan nuestra existencia.

No obstante, muchas personas creen estar fuera del alcance de la conciencia, o se las ingenian para ignorarla y al parecer nada les perturba, ni les quita el sueño, porque al mirarse en el espejo, solo ven el reflejo de todo cuanto han progresado, y han cambiado de vida, ahí vemos, empresarios, deportistas, artistas, periodistas, y otros.

De igual forma, podemos contar con un buen número de políticos que, entienden que los altos cargos que ostentan, tienen un carácter sempiterno y se vuelven altaneros y prepotentes, olvidando que en la vida todo es pasajero, hasta la propia vida.

Incluso, algunos llegan hasta negar sus raíces, su propio yo, y se concentran   en el encanto que brinda la ocasión, obviando por completo que tan solo están delante de los ojos del espejo, que no los ve por dentro, pero su conciencia algún día sí lo hará, y es entonces, cuando empezará el lloro y el crujir de dientes, por haber jugado y hacer negocios con las necesidades del pueblo.

Aunque es muy probable, que algunos insistan en doblarle el brazo a su conciencia, para seguir tan campante como el Whisky aquel, porque hasta de eso son capaces estos verdugos del patio, y quién sabe, cuando viene a ver, pueden dormir tranquilos.

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