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La guerra que no encuentra publicidad


Etiopía. -
Tigray está bloqueada desde junio de 2021, y las condiciones de vida no han hecho más que deteriorarse.

Sin líneas telefónicas ni internet y casi sin alimentos o medicinas. Así se encuentran los habitantes de la región etíope de Tigray, donde desde hace casi 2 años se desarrollan cruentos combates entre fuerzas rebeldes y una alianza de militares etíopes y eritreos.

La región, que en su día fue un polo turístico que atraía visitantes extranjeros por sus iglesias excavadas en la roca, santuarios musulmanes y antiguas escrituras en lengua ge'ez, es hoy escenario de hechos dignos de una película de horror como de hienas comiéndose los cadáveres de los aldeanos víctimas de los ataques aéreos, mientras que miles de ancianos y mujeres deben pasar las noches a la intemperie.

A medida que los combates se intensifican, más civiles participan en los enfrentamientos.  Los comandantes rebeldes de Tigray se han embarcado en una nueva campaña de reclutamiento, después de haber sido acusados de obligar a la población local a unirse a la guerra.

Las tensiones en Tigray vienen de lejos, pero la actual guerra civil se desató en 2020, luego de que las autoridades de esta región fronteriza con Eritrea decidieran seguir adelante con las elecciones para renovar el Parlamento local, pese a que el gobierno nacional suspendió todas las votaciones, debido a la pandemia del covid-19.

En represalia por la insubordinación, el Ejecutivo de Adís Abeba cortó los fondos a la zona y ello provocó que un grupo rebelde se alzara en armas.  Desde entonces la crisis no ha hecho más agravarse y prueba de ello es que decenas de miles de personas han muerto en los combates.

Además 150,000 hombres, mujeres y niños han fallecido por desnutrición y otros 2.5 millones, de los 7 millones de habitantes que llegó a tener la zona, han sido forzados a dejar sus hogares, de acuerdo con organizaciones internacionales.


"Hay al menos 500,000 soldados federales etíopes y eritreos en combate activo, más 200,000 del lado de Tigray", dice Alex De Waal, director ejecutivo de la Fundación Mundial de la Paz, con sede en Estados Unidos.

Uno de los pocos trabajadores humanitarios que todavía permanece en la zona aseguró a la BBC, en condición de anonimato, que unos 600,000 civiles se han refugiado en la ciudad y sus alrededores, luego de huir de otras áreas donde se desarrollan combates.  "Más de 120.000 estaban a la intemperie, durmiendo bajo los árboles y los arbustos", dijo el cooperante.

Las promesas de ayuda y protección de las autoridades de Adís Abeba no han tranquilizado a los habitantes de Shire, miles de los cuales han comenzado a huir ante el temor de que puedan ser objeto de atrocidades, similares a las de otras zonas que cayeron bajo el control de las tropas etíopes y eritreas.

Pero la situación no solo es grave en Shire y sus alrededores, sino también en Mekele, la capital de la región. La BBC recibió días atrás un informe exclusivo de un periodista que está en la ciudad y en el que narra cómo sus residentes están sobrellevando el conflicto.

En las últimas semanas drones no han dejado de sobrevolar los cielos de la ciudad de Mekele, que tiene una población de unos 300,000 habitantes, casi todos los días.   Los últimos ataques aéreos sufridos por la localidad, en control de las fuerzas rebeldes, han afectado a parques infantiles y zonas residenciales, lo cual indica que no está claro cuáles eran los objetivos.

El ejército de Tigray ha pedido esta semana a todas las personas en condiciones de luchar que se sumen a la guerra. Y pese a que la población está cansada de los 23 meses que ya duran los combates, muchos están atendiendo el llamado.  Personas de toda condición, incluidas mujeres, están respondiendo a la llamada para unirse al ejército del Frente de Liberación del Pueblo de Tigray (TPLF, por sus siglas en inglés).

"La situación en Tigray es peor que en cualquier otra parte del mundo", afirmó el profesor Yohannes Woldemariam, profesor de la Universidad de Colorado (Estados Unidos), durante una conversación con la BBC.

El conflicto ha impedido que lleguen a Tigray productos esenciales, incluido el combustible. Mucha gente se desplaza a pie o en carros tirados por burros.  La gente está muriendo debido a la falta de medicamentos que no se pueden traer debido al bloqueo. El coste de los medicamentos para enfermedades crónicas se ha multiplicado por 10.

Cada nuevo ataque aéreo del gobierno etíope no solo mata a más civiles, sino que impulsa a más jóvenes a unirse al ejército rebelde.

La noticia de que las conversaciones de paz, bajo el auspicio de la Unión Africana, podrían comenzar en breve Sudáfrica ha sido bien recibida por los habitantes de Tigray.

Sin embargo, en el interín las iglesias y mezquitas se llenan cada noche con gente que reza para que los políticos sean capaces de lograr un acuerdo que ponga fin a la guerra.

El primer ministro etíope, Abiy Ahmed, quien en 2019 fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz, acusó a los líderes de la región de rebelarse en un intento de recuperar el poder que perdieron cuando él asumió el cargo en 2018.

La última espiral de la violencia comenzó a finales de agosto, tras el colapso de una tregua humanitaria de cinco meses.

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