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Peña Gómez líder irrepetible, el poeta de la trinchera


Nació en 1937 en la provincia de Valverde, hijo de la pobreza migratoria fue condenado a criarse sin sus padres, adoptado por una familia dominicana, el joven José Francisco trabajó como lustrabotas y mozo en un bar, y decidido a estudiar con ahínco, se trasladó a la ciudad de Santo Domingo en busca de mejores oportunidades y educación.

En su juventud se enamoró de la enseñanza y fue así como llego hasta San Cristóbal donde ejerció de profesor en el instituto preparatorio de menores llamado El Reformatorio.

De verbo ágil y palabras fáciles hizo amistades en esta ciudad del sur que le durarían para el resto de su vida, cultivó desde muy joven la poesía y supo enamorar con su facilidad de expresión oral y escrita.

Obtuvo así el doctorado en la universidad de la capital dominicana, y después viajó a la Sorbona, en Paris, para especializarse.

De regreso a su patria apoyó a Juan Bosch, por entonces líder del PRD, quien, a pesar de haber ganado las elecciones presidenciales en 1962 había sido depuesto por un golpe militar poco después.

En 1965 Peña Gómez alcanzó notoriedad política cuando, desde una emisora radial, formuló un vibrante llamado a la insurrección popular contra de la dictadura militar y a favor del retorno de Bosch.

Junto a un puñado de militares leales al presidente electo y con la ayuda de opositores al triunvirato integrado por Emilio de los Santos, Manuel Enrique Tavares y Ramón Tapia Espinal (designados por los militares y sin ninguna legitimidad constitucional), se tomaron la Radio Santo Domingo.

Las fuerzas leales al gobierno de facto contraatacaron y la lucha se extendió por las calles de la capital. Pero los constitucionalistas fueron derrotados en su insurrección plenamente justificada. Los anti constitucionalistas fueron apoyados por una fuerza multinacional integrada por tropas extranjeras que aniquilaron las esperanzas de un regreso a la democracia.

Peña desempeñó un papel destacado en la lucha contra aquéllos que, desde dentro y fuera del país, se empeñaban por mantener en el poder al gobierno anticonstitucional. Las fuerzas constitucionalistas que él apoyaba eran comandadas por el coronel Francisco Caamaño Deñó. Gran parte de los enfrentamientos tuvieron lugar en los alrededores del Puente Duarte, en ese tiempo la única vía para atravesar el río que cruza la capital dominicana.

A fines de la década de los 80, dedicó gran parte de su esfuerzo como líder del PRD a apoyar a los trabajadores en sus luchas laborales y promover entendimientos con sus empleadores del sector privado. En algunos casos se trataba de empresas extranjeras tales como Falconbridge Nickel (Canadá), Gulf and Western (EE.UU.) y Metaldom (España).

LLORAN LAS VIEJAS CAMPANAS

Lloran las viejas campanas

de los templos coloniales

y las madres quisqueyanas

vierten de llanto raudales

Lora el violín y el armonio

llora la viuda enlutada

y la novia abandonada

que perdió su matrimonio

Llora la Patria sufriente

a Capocci y Juan Miguel

y llora profundamente

al Coronel Rafael

Llora a Soler con unción

a Fellito y a Lluberes

César Llibre, Horacio Pérez

llora a Ledesma Colón

Llora a Luis Arias Collado

y le tributa un responso

al combatiente abnegado

teniente Cádiz Alonso

Llora a Rodrigo Lozada

y llora a Freddy Mejía

y a la Coronela osada

llora con melancolía

Llora al viejo Wenceslao

llora a Gaby y a Fernando

y también está llorando

por Luis Reyes y Cibao

Llora a Yolanda Guzmán

Llora a Oscar y a Baldemora

y a Partablanca, el titán,

llora con hondo suspiro

Llora a Juan Lora Fernández

a Themo y Pablo Rossó

y a un grande entre los grandes

el teniente Bisonó

Llora a Germán y a Santana

al Chino y Pedro Cadena

y a la figura espartana

del obrero Pedro Mena

Rota y mugiente la Fe

Llora a Jimmy y a Carlitos

y con dolor infinito

llora al buen Padre José

Llora a Aquiles y a Tomás

Ramírez, Niño, Mordán

y lágrimas vierte más

por Batata y por Merán

Llora a Pedro Saviñón

a Frank y José María

al noble cabo Lebrón

y Antonio Vásques García

Llora a Nelson y a Moreaux

y a Nico Reyes el manco

que lucharon contra el blanco

junto a Juan y Bisonó

Entre flores y pesares

la criolla tierra dio asilo

al insigne Pichirilo

el domador de los mares

Sobre la tumba de Heredia

ha florecido el jazmín

y en San Antón es tragedia

la muerte de Benjamín

Del altar de Cristo al pie

por Conde las niñas lloran

y piedad al cielo imploran

por la tierra de Milé

Hay silencio sepulcral

en el Congreso desierto

junto a la Ley Nacional

Manuel y Arévalo han muerto

Llora indignada la gente

a nuestra Amelia Altagracia

núbil doncella inocente

mártir de la Democracia

Llora a Guido y a Segarra

Rubén y Morel Taveras

y honda pena la desgarra

por la muerte de Balderas

Mientras goza su festín

nuestra casta explotadora

una joven viuda llora

ante el sepulcro de Amín

Se hundió en la nada la estrella

de Pérez Naut y de Tito

ya no escucha Villa Mella

la voz del digno Polito

En memoria de Guillén

y del gran Otto Morales

brota piadoso el réquiem

de las viejas catedrales

Y transmutado en veneno

llegó el terror hasta Europa

sirviendo su amarga copa

al desdichado Moreno

Haya habido o no desliz

son terror tus desventuras

Miriam ¡oh viuda infeliz!

madre de cuatro criaturas

Casi solo al camposanto

sus deudos llevan a Homero

y bajo un raudal de llanto

se nos fue Ramos Peguero

Y casado, el campesino

sobre la loma cayó

sufriendo el mismo destino

Parris, Boyoyo, Chapó

Eugenio, raza inmoral

junto a Cerón y a la Chuta

murió Amaurys en su gruta

como un Héroe Nacional

Llora Gualey a Mangá

y al comandante Perdomo

muertos fueron por el plomo

Lagrange, Stalin, Naná

La invencible Ciudad Nueva

llora a Jáquez y a Ferrand

al rana Alcides Germán

y al sargento Villanueva

Llora a Jacques Viaux y a Riviere

y al combatiente ignorado

que prefirió perecer

a vivir arrodillado

Lloran las madres también

a los soldados caídos

hombres del pueblo perdidos

para la fama y el bien

Aunque sirvieron al fuerte,

compatriotas nuestros fueron

que la dura Ley cumplieron

de recibir o dar muerte

Hay luto y sangre en la tierra

que se desangró luchando

para después de la guerra

seguir su dolor llorando

Y llora el bronce sonoro

de los altos campanarios

a estos bravos legionarios

del honor y del decoro

Que recojan vuestras manos

las flores de nuestros huertos

ofrendadlas quisqueyanos

en las tumbas de estos muertos

¡¡Lloran las viejas campanas

de los templo coloniales!!

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