La
percepción: “San Cristóbal una potencia”
Desde
hace décadas, en el discurso local y muchas veces en la prensa periférica, San
Cristóbal ha sido celebrado como un bastión futbolístico. ¿Por qué?
Porque
ha sido cuna de talentos, cantera para jóvenes que sueñan con el
profesionalismo.
Porque
sus clubes han participado con regularidad en los torneos de élite nacional;
simplemente estar en la primera división genera visibilidad, prestigio y la
sensación de estar “entre los grandes”.
Porque
la narrativa del “equipo de provincia que resiste” es romántica y conecta con
la identidad local: lo pequeño que aspira a lo grande.
Todo
eso ha generado la idea arraigada de que San Cristóbal no solo compite, sino
que domina, que está al nivel superior y que es una fuerza de primer orden del
fútbol dominicano.
Los
hechos: cuando bajamos al papel
Pero
la realidad, analizada con calma, muestra otra cara. Veamos los datos:
Campeonatos
de la era amateur/semiprofesional
La
división que primero se denominó Primera División de la República Dominicana (y
que luego adoptó el nombre de Liga Mayor) fue el escenario histórico para
muchos clubes.
En
cuanto a San Cristóbal, aparecen menciones que indican que un club con sede en
San Cristóbal o representando la provincia obtuvo el título en 1993.
Historia
En los
años 1980, 1987, 1991,1992,1993 y 1996 San Cristóbal terminó como campeón del
torneo de primera división, siendo estos los mejores años y de hecho es de
donde surge y se queda la idea de un equipo ganador, sin embargo, ese torneo de
primera división inició en 1970 de forma oficial y se mantuvo hasta el año 2002
cuando cambio a Liga Mayor, cambiando en el 2014 a LIGA Dominicana de Futbol.
Por
tanto: sí hay mérito, pero no una línea histórica continúa de campeonatos
dominantes.
Liga Dominicana
de Fútbol (LDF)
La
liga profesional se inauguró en 2015 con la intención de ordenar y
profesionalizar el fútbol dominicano.
Veamos
lo que los datos dicen de San Cristóbal:
El
Club Atlético San Cristóbal (también conocido por motivos de patrocinio como
AirEuropa San Cristóbal) fue fundado en 2015 para participar en la LDF.
De
hecho, en la estadística histórica de la LDF, el Atlético San Cristóbal aparece
con un rendimiento bastante modesto comparado con los líderes viene en posiciones
más bajas y con menor consistencia.
Esto
sugiere que, en la era profesional, San Cristóbal no ha logrado consolidarse
como potencia o al menos no aún.
Interpretación:
¿por qué se instala el mito?
¿Cómo
se explica entonces esa contradicción entre percepción y realidad? Algunas
claves:
La
tradición formadora. San Cristóbal ha tenido
éxito en un aspecto clave: la formación de jugadores y equipos juveniles que
alimentan el fútbol nacional. Esa reputación como “semillero” genera un aura de
calidad que fácilmente se amplía a la categoría de “equipo grande”.
La
visibilidad histórica. Haber ganado algún título en
el pasado (aunque puntual) permite que la región se vea a sí misma como
triunfadora, y esos recuerdos alimentan la narrativa colectiva.
El
influjo social. En contextos locales, el club de la
provincia representa orgullo comunitario y representación nacional: cuando un
equipo de provincia participa en la élite, se le percibe como menos
“provinciano” y más “potencia emergente”.
La
expectativa vs. la realidad. A veces, la expectativa por
lo que puede hacerse se confunde con lo que realmente ha sido. Y la expectativa
genera discursos: “San Cristóbal va a ser, es, debe ser gigante”.
¿Entonces qué es San Cristóbal en este contexto?
Una
forma más precisa de enmarcar la provincia es: actor relevante del fútbol
dominicano, pero no potencia dominante en términos de títulos y presencia
sostenida en el tope nacional.
Es un
polo de formación de talento.
Ha
competido y ha tenido momentos de gloria, pero no ha mantenido un dominio
prolongado ni ha acumulado campeonatos en la era profesional.
Su
palmarés, si bien digno, no la coloca en la élite de clubes más laureados del
país en la actualidad.
Un
reto para el futuro
La
buena noticia es que este diagnóstico no implica derrota, sino opción de
crecimiento. San Cristóbal tiene los ingredientes: tradición, talento,
visibilidad. Ahora la tarea es convertir eso en:
Estabilidad
institucional y financiera del club (y de las estructuras juveniles).
Mayor
profesionalización: cuerpo técnico, infraestructura, scouting, alianzas.
Proyección
competitiva en la LDF que traduzca la reputación formadora en logros concretos:
finales, títulos, presencia internacional.
Reconocer
qué ya hace bien (la formación) y apuntar hacia lo que falta (la consolidación
competitiva).
Conclusión
Volvamos
al inicio: la provincia de San Cristóbal no es la potencia incontestable del
fútbol dominicano. Pero lo importante es que no debe ser juzgada solo por ese
rótulo, sino por lo que verdaderamente aporta: cultura futbolera, conformación
de jugadores, pasión comunitaria.
La
historia del fútbol dominicano, como toda historia deportiva, merece precisión.
Y cuando revisamos los hechos, encontramos que San Cristóbal es más un pilar de
formación que un gigante del palmarés. Pero es un pilar valioso, imprescindible
incluso, para el ecosistema futbolístico del país.
Y ese
reconocimiento, que combina humildad y orgullo, es más poderoso que cualquier
etiqueta mal aplicada.
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