San Cristóbal, Por Julio César García. – Las acciones que están patrocinando las empresas que explotan de forma temeraria el área de amortiguamiento del Monumento Natural Reserva Antropológica Cuevas de Borbón o del Pomier, es un claro indicio de que sus operaciones llegaran a su fin muy pronto.
Estas empresas se empeñan en
patrocinar protestas de sus empleados bajo el alegato de que si se detienen sus
operaciones se quedarían sin sus empleos. Esta estrategia es una clara demostración
de chantaje y se basa en una premisa falsa, ya que, si bien los empleados
necesitan un medio de sustento, no menos real es que existen otras muchas
alternativas que generan mayores ingresos y mejor calidad de vida para quienes
allí trabajan en condiciones precarias.
La minería es uno de los
empleos mas viejos que existen, también es de los peores remunerados y de los
que ponen en mayor riesgo las vidas de quienes lo ejercen, sin contar con el
daño que crean los pasivos medioambientales que esta industria genera.
Los empleados de estas mineras
están siendo asediados, chantajeados y
amenazados por sus jefes para que asistan a marchas para pedir que les permitan
operar en la zona de amortiguamiento de esta reserva natural, sin embargo, para
ir al médico, resolver algún tema personal o familiar, para estudiar no hay
permisos, los incentivan a marchar para que les permitan operar, pero no le respetan
sus derechos laborales y han violado sus condiciones humanas en reiteradas
ocasiones.
Las últimas acciones de esas
mineras demuestran que saben que sus operaciones están llegando a su final, hoy
buscan el apoyo en base a entender que sus empleados y la comunidad donde
operan son tontos útiles o imbéciles funcionales que se pueden prestar para ser
manipulados por sus dueños.
El cierre de las operaciones mineras debe traer consigo una serie de acciones para garantizar la calidad de la vida de quienes hoy se dedican a estas labores como medio de sustento, conociendo está realidad las autoridades han expresado que se han comprometido para remediar estas situaciones.
El impacto del cierre de una
mina depende en gran medida de cómo se gestiona la transición. Las experiencias
muestran que los factores clave para minimizar efectos negativos y potenciar
los positivos son:
Planes de cierre responsables:
Empresas y gobiernos deben planificar el cierre, incluyendo programas de
remediación ambiental, capacitación laboral y diversificación económica.
Participación comunitaria: Las
comunidades deben ser incluidas en las decisiones para garantizar que sus
necesidades sean atendidas.
Monitoreo y seguimiento:
Asegurar que los compromisos de las empresas sean cumplidos y que existan
políticas de apoyo a largo plazo.
Relatos de experiencias tras
el cierre de minas
Renacimiento ecológico: En
algunas comunidades, como las cercanas a minas de carbón en Europa, el cierre
ha permitido que los ecosistemas comiencen a recuperarse. En un caso de
Alemania, una comunidad transformó antiguas minas en lagos y parques, fomentando
el ecoturismo. Un residente comentó: "Antes teníamos polvo en el aire todo
el tiempo y agua contaminada. Ahora los turistas vienen a disfrutar de nuestras
rutas naturales, y nuestros hijos pueden jugar sin preocupación."
Nuevas fuentes económicas: En Perú,
tras el cierre de una mina de cobre, una comunidad rural comenzó a desarrollar
proyectos agrícolas y de artesanía. Un líder comunitario relató: "Nos
ayudamos con capacitaciones para volver a trabajar la tierra. Aunque al
principio fue duro, ahora exportamos productos como café y cacao."
Fortalecimiento comunitario: En Canadá, tras el cierre de una mina de oro, una comunidad indígena recuperó su territorio ancestral y se enfocó en preservar su cultura y medio ambiente. Un miembro comentó: "El cierre fue un desafío, pero nos unió como comunidad para decidir qué queríamos para nuestras futuras generaciones".
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