San Cristóbal, Por Julio César García. – El sofista ha sido considerado un sabio según la definición filosófica y la aceptación del término por aquellas clases que, desde siempre, deciden el significado de cada palabra. Así se llamaban los filósofos griegos que, en el siglo V antes de nuestra era, eran maestros de la "sabiduría" y la elocuencia.
Los sofistas no constituían
una escuela unificada. Lo único que compartían era su negación de la religión,
una interpretación racionalista de los fenómenos naturales y un relativismo
ético y social. El grupo principal de los sofistas, los llamados "primogénitos",
apoyaba la democracia esclavista y, en general, adoptaba una visión
materialista de la naturaleza.
Entre ellos, Protágoras,
Hipías, Pródico y Antifón fueron los primeros educadores enciclopédicos de la
antigüedad. Mostraron un gran interés en la gnoseología. Protágoras enseñaba
que todo fluye y que la sensación es la única fuente de conocimiento. Según él,
“el hombre es la medida de todas las cosas”.
Algunos sofistas llegaron a
conclusiones escépticas sobre el ser y el conocimiento. Así, Gorgias defendía
tres tesis fundamentales: 1) nada existe; 2) si algo existiera, no podríamos
conocerlo; 3) aun si pudiéramos conocerlo, no podríamos comunicárselo a los
demás. En cambio, los sofistas del campo aristocrático, como Critias e
Hipódamo, tendían hacia una filosofía idealista.
En esta sociedad supramoderna,
donde todo está al alcance de un clic, muchos se presentan como sabios
pensadores a través de publicaciones infladas y palabras rimbombantes. En las
redes sociales, muestran un conocimiento que, en su vida cotidiana, les resulta
ajeno.
El uso de enciclopedias virtuales y la inteligencia artificial permite a estos simuladores exhibirse como grandes pensadores. Sin embargo, sucede con ellos lo mismo que con los fantasmas cuando se les quitan las sábanas: su verdadera naturaleza queda expuesta.
Estos nuevos sofistas, de
"quita y pon", exhiben sus vacíos existenciales en las redes,
disfrazándolos de intelectualidad. No leen ni siquiera un libro de recetas, no
investigan la historia para comprender el origen de los conflictos ni por qué
se siguen repitiendo. Sin embargo, desde su ordenador, con Wikipedia como líder
de sus razonamientos, discuten y pretenden ofrecer soluciones a los problemas
más complejos.
Nuestra sociedad está siendo
atacada inmisericordemente por estos sofistas del teclado y la inteligencia
artificial, personas sin asientos en las academias que nos instan a cambiar el
mundo desde una perspectiva digital, virtual y sin fundamento científico, real
ni comprobable. Y así nos va.
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