San Cristóbal, 9/05/2024.- El trabajo invisible de las mujeres es un tema que por muchos años se ha pasado por debajo de la puerta, nuestra sociedad marcada por el machismo ha ejercido esa presión también invisible que condena a nuestras mujeres a cuidar del resto de la familia, lo que implica en la mayoría de casos frenar su crecimiento en el ámbito profesional.
El fenómeno es global
Aunque en muchos países se han
logrado grandes avances en materia de igualdad, lo cierto es que en la mayoría
de naciones las mujeres por ser las que paren siguen condenadas a ser las que
cuidan y este trabajo se extiende a otros quehaceres que no necesariamente
tienen relación con cuidar al recién nacido, también hay una extensión que
tiene que ver con ocuparse de sembrar estas pequeñas instrucciones que vienen
bajo el guiño de el sexo con el que se ha nacido.
El chico va a la escuela y los
fines de semana va al deporte, la chica va a la escuela y el fin de semana “ayuda”
en las labores del hogar, arreglar su ropa, tender su cama, dar una mano con el
aseo, estos pequeños detalles van configurando el comportamiento futuro para
una chica que probablemente en el futuro será una excelente ama de casa, pero
no la profesora, la doctora, la ingeniera, la astronauta que pudo ser.
Repetir el modelo en propias y
ajenas
Este modelo de la mujer al servicio
de la casa se repite en otras mujeres que no son las esposas o las hijas, se
replicaba antes en las esclavas de las haciendas y plantaciones y ahora en los
hogares de quienes pueden comprar un servicio doméstico (precisamente el
termino domestico hace referencia a la condición de un criado: Que sirve en una
casa).
El costo de revelarse
Ser mujer y reclamar paridad
de oportunidades coloca la mujer en el escenario del transgresor, de quien no
encaja en una sociedad diseñada para aceptar, para cumplir y no cuestionar, sea
en el ámbito del hogar, la escuela o la iglesia el exigir un trato igualitario
para las mujeres es nadar a contracorriente y uno de los ejemplos mas comunes
en la iglesia es por ejemplo apelar a la tradición de que las mujeres pueden
trabajar en las iglesias, pero no está bien visto que prediquen.
De hecho, la biblia que nos enseña
que ha habido cientos de profetas no muestra ninguna (ni una sola profetiza) es
mas llega hasta expresar lo siguiente: 1 Corintios capítulo 14: “33 pues Dios
no es Dios de confusión, sino de paz. Como en todas las iglesias de los santos,
34 vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido
hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice. 35 Y si quieren
aprender algo, pregunten en casa a sus maridos; porque es indecoroso que una
mujer hable en la congregación.
La esperanza es seguir
luchando
Por alto que esté en listón
hay que saltar y cruzarlo, seguir visibilizando las condiciones adversas que en
pleno siglo del metadato y el desarrollo de la inteligencia artificial sufren las
mujeres que son nuestras madres, hermanas, hijas, tías, primas, novias, o
esposas es un deber de cada ser que se siente responsable, no victimizarlas, si
reconocerlas y luchar por sus derechos es la tarea de cada uno de nosotros.
La revolución que hoy
necesitamos no es solo por puestos laborales que garanticen igualdad entre
hombres y mujeres, es también una revolución incluyente que ponga en un primer
plano y en el contexto real la situación de cada ser humano a quien se le
limitan sus derechos de alcanzar la plenitud en sus vidas.
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