Por Leonardo Cabrera Diaz. - Si pudiéramos leer en la frente de los demás sus pensamientos, sentiríamos lástima y pena de muchas personas que hoy nos causan admiración y respeto.
Detrás de una sonrisa, de un
rostro alegre, en ocasiones, hay todo un mar de problemas y dificultades originadas
por diferentes motivos, razones y circunstancias que trastornan la existencia.
Precariedades económicas, enfermedades, conflictos familiares, laborales, sentimentales, y
más, inducen, en ocasiones, a tomar decisiones precipitadas
que, a la postre, agravan más la situación que se atraviesa.
Es necesario pues, estar en los zapatos de quien se critica o
cuestiona, si se pretende ser juez, y
sentenciar su comportamiento emitiendo
opiniones a priori, sin meditar, expresiones, ni palabras.
La prudencia, sensatez, más la
solidaridad para colaborar con los demás ha de ser nuestro proceder y actitud
en todo momento.
Porque el corazón de la
auyama, solo lo conoce el cuchillo,
y que cada cabeza es
un mundo, y una cosa piensa el burro, y otra muy diferente quien lo apareja.
Y como dijo Jacques Lacan:
“usted podrá saber lo que dijo, pero no, lo que el otro escuchó”
A sabiendas de que como bien
dicen, “la lengua es castigo del cuerpo”
Con Dios siempre, a sus pies.
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