San Cristóbal. - El triunfalismo desenfrenado y la exacerbación de pasiones políticas están sembrando una atmósfera de incertidumbre en la República Dominicana, ante las elecciones municipales del próximo 18 de febrero.
Mientras algunos candidatos se
erigen como vencedores antes de tiempo, menospreciando encuestas que los sitúan
en posiciones desfavorables, su comportamiento más se asemeja al de fanáticos
desatados que a líderes responsables con su comunidad.
En este contexto, el Partido
Revolucionario Moderno (PRM) emerge como favorito, según indican diversas
proyecciones electorales. Sin embargo, los líderes de los partidos opositores
se aferran a la negación, argumentando que tales pronósticos son meras
estratagemas para distraer a la opinión pública. La polarización y la
desconfianza en los sistemas de medición se convierten así en elementos clave
de esta contienda.
La población dominicana se
enfrenta a un dilema entre confiar en las encuestas y los pronósticos, o en las
afirmaciones vehementes de los candidatos opositores. Sin embargo, más allá de
las tendencias políticas, es crucial recordar que las elecciones son un
ejercicio democrático donde la voluntad de la mayoría prevalecerá.
El resultado de estas
elecciones determinará las autoridades municipales que dirigirán el destino de
las ciudades dominicanas. Ante esto, es imperativo que la ciudadanía mantenga
la calma y la ecuanimidad, recordando que independientemente de quiénes sean
elegidos, la convivencia pacífica y la construcción de un mejor futuro
requieren de la colaboración de todos.
El 18 de febrero, tras el
conteo de votos, la República Dominicana seguirá adelante, con la certeza de
que las decisiones democráticas prevalecerán y que, al final del día, todos
compartirán el mismo espacio y deberán trabajar juntos por el bienestar común.
En este proceso electoral, la
reflexión, la tolerancia y el respeto hacia las diferencias políticas serán
fundamentales para garantizar la estabilidad y el progreso del país.
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