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San Cristóbal, 5/02/2024. - En la
era de las redes sociales, la política local se ha convertido en un escenario
donde la falta de argumentos ha dado paso a una nueva clase ciudadana,
caracterizada por la escasa formación política y humana, conocidos como "fanalíticos".
Estos individuos utilizan las plataformas digitales para descalificar a sus
adversarios, contribuyendo a un entorno político tóxico y polarizado. En
contraste con este fenómeno, es urgente promover discusiones basadas en ideas
claras y programas de gobierno, superando el antiguo modelo de
descalificaciones y debates estériles.
La proliferación de
"fanalíticos" refleja un problema más profundo en la sociedad, donde
la formación política se ve eclipsada por la polarización y la búsqueda del
morbo político. La falta de argumentos sólidos ha llevado a una ciudadanía mal
informada y poco capacitada para participar en debates constructivos. Este fenómeno
no es exclusivo de la política local, pero es en este ámbito donde se observa
con mayor intensidad.
En lugar de fomentar
discusiones de ideas para mejorar la sociedad, muchos individuos se dedican a
promover candidatos, atacar a oponentes o simplemente insultar a quienes no
comparten sus puntos de vista. Este comportamiento, alimentado por las redes
sociales, contribuye a la creación de un entorno político hostil y alejado del
verdadero propósito de la democracia: la búsqueda del bien común.
Es imperativo destacar la
importancia de promover la formación política y humana en la sociedad. La
ciudadanía debe ser capaz de analizar críticamente las propuestas políticas,
entender los fundamentos de las diferentes ideologías y participar en
discusiones fundamentadas. En este sentido, autores como Hannah Arendt y su
obra "La condición humana" abordan la necesidad de una participación
activa en la esfera pública para preservar la democracia.
Además, pensadores
contemporáneos como Yuval Noah Harari, en "21 lecciones para el siglo
XXI", advierten sobre los peligros de la desinformación y la polarización
en la política. Harari destaca la importancia de cultivar un pensamiento
crítico y la capacidad de distinguir entre hechos y opiniones para fortalecer
la participación cívica.
El desafío radica en
transformar la dinámica actual, donde predominan los "fanalíticos",
promoviendo espacios para el debate informado y respetuoso. Esto implica
fomentar la participación de ciudadanos que busquen discutir ideas, comprender
las propuestas políticas y contribuir al bienestar colectivo.
En conclusión, es fundamental
elevar el nivel de las discusiones políticas locales, superando la tendencia de
descalificaciones y enfrentamientos estériles. La formación política y humana
de la ciudadanía es esencial para construir una sociedad informada y
participativa. Al citar a autores como Arendt y Harari, podemos encontrar
orientación en la importancia de la participación activa y el pensamiento
crítico para preservar los fundamentos de la democracia. En última instancia,
es responsabilidad de todos contribuir a un ambiente político donde las ideas
prevalezcan sobre los insultos y la desinformación.
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