San Cristóbal. - Los vemos pulular por las redes sociales, son expertos en todos los temas y tienen grado de honor en cada discusión a la que asisten, son inquisidores digitales y se postulan como jueces implacables ante quien desde su accionar diario genere algún cambio en la sociedad.
En el vasto universo de las
redes sociales, observamos el surgimiento de individuos que se autoproclaman
expertos en cualquier tema imaginable. Aunque sus logros profesionales son
limitados, desempeñan el papel de inquisidores digitales, imponiendo juicios
implacables a aquellos que buscan influir positivamente en la sociedad.
Estos "expertos en
todo" establecen alianzas con personas afines para validar sus teorías y,
de manera sorprendente, demuestran un conocimiento íntimo de las vidas de
individuos, incluidos políticos, funcionarios y exitosos profesionales, a pesar
de nunca haber cruzado palabras con ellos.
En su mundo, todos somos sospechosos de ocultar "cosas", y consideran que todos merecemos el escarnio público. Si la lluvia nos moja, la culpa recae en la falta de previsión gubernamental; las inundaciones se atribuyen al presunto desvío de fondos destinados a desagües, sin reconocer nuestra propia responsabilidad en el manejo de desechos que obstruyen las alcantarillas.
Ante cualquier incidente, ya
sea una riña callejera o una tragedia más grave, apuntan rápidamente a los
organismos de seguridad como chivos expiatorios, sin contemplar la complejidad
de la violencia individual ni abordarla desde una perspectiva más holística.
Estos "magos" de la solución prefieren omitir la exposición detallada
de sus ideas, considerándolas tan evidentes que no merecen discusión.
En resumen, este fenómeno de
"expertos instantáneos" en redes sociales refleja una tendencia
preocupante hacia la simplificación excesiva de problemas complejos y la
asignación apresurada de culpabilidad. En lugar de promover un diálogo
constructivo, su enfoque dogmático perpetúa la polarización y dificulta la
búsqueda de soluciones efectivas.
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