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"Amor del negrito"


San Cristóbal, Por Leonardo Cabrera Diaz. -
De ahora en adelante, estoy en mujeres, cervezas y vinos. Que nadie me diga na, "Esa es la vuelta," así que ahórrense los consejos, que esta noche me caso en Baní, duermo en Ocoa y mañana me divorcio en Azua de Compostela.

En Barahona, San Juan, y Bahoruco, exhibiré mis dotes de picaflor, y hombre de buen hablar.

Y seguiré mi gran periplo por toda la línea fronteriza y entre conquistas y reconquistas de pintalabios al granel, de rimel, de   sombras y pestañas postizas, de hermosas extensiones y voluptuosas siliconas, seré el "papaupa de la matica", bajo sol, lluvia o sereno. Sin nudos, ni ataduras sin reglas que respetar, traigan carnes para el sancocho, gallinas criollas o guineas pata prieta, eso qué carajo importa," si la pimienta es la que pica".

La rumba de "amor a dos manos," continuará por Santiago y todo el cibao, por San Pedro y todo el Este y de paso la isla Saona, con la fuerza de Sansón, aunque allá, me encuentre Dalila, total, "patada de yegua no le duele al caballo" y al hombre enamorao, nada le queda lejos, y de ñapa, tiene un ángel en el cielo y ni a los letreros "cuidado hay perros," le tiene miedo.

Si son amores platónicos, o a primera vista, o el famoso "amor del negrito," nada de eso me importa si puedo tocar el cielo, en los brazos de la diosa Venus, bajo el embrujo de unos ojos Cleopatrinos, que atrapen y hagan presos mis inventos, mis locuras y descubrir si es verdad, que cada golpe tiene su grito y si es chicle que mastica la chiva.

Un verdadero Romeo, "asfixiao "por su Julieta, un Popeye, tragando espinacas, por el amor de su flaca Oliva, en fin, loco porque me añonen, que mimen y que me den la comida en la boca, que me digan te quiero mucho, mi calvo lindo, mi cascarrabias adorado.

Es que me siento todo un don Juan, puto     y enamorao, estoy que, si no me bebo el ron, me lo unto. Pero pensándolo bien por tan larga travesía para pichón mucho volé, por eso en San Cristóbal, me quedaré y ya dejaré de soñar, porque desde niño escuché a mi viejo   exclamar, al ver una hermosa mujer a su lado pasar.

"¡Ofrezco Dios mío, y ese castigo celestial!  ¡Ay como quisiera pecar!, aunque de campeón pierda ahí mi faja,..pero caray, ..¿con qué fuerza se casa un guardia?

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