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Nueva Germania, el delirio ario de la hermana de Nietzsche en Paraguay


Fundado en 1887 en medio del monte, este pueblo de 6.000 habitantes es hoy la evidencia del fracaso de los experimentos raciales antisemitas.

La utopía no pudo desarrollarse, debido a la rudeza del medio selvático, y los colonos que se quedaron pronto se olvidaron de los principios originales del ideal de Bernhard Förster y acabaron integrándose totalmente a la cultura paraguaya.

En medio del monte paraguayo, asentado sobre la tierra roja y rodeado de vegetación, hay un cementerio luterano. En las lápidas se leen los apellidos de los muertos: Schütt, Flaskamp, Hähner, Schubert, Haudenschild, Fischer.

"Alberto Kück”, dice sobre el mármol negro. Debajo del nombre, entre paréntesis, un apodo: “Pupa”. Pupa era hijo de madre alemana y de un padre paraguayo. Como tantos otros habitantes de Nueva Germania, llevaba en su sangre el resultado de un fracaso: un experimento supremacista ario que en 1870 emprendieron en este punto perdido en Sudamérica Elisabeth Nietzsche, hermana del filósofo alemán, y su esposo, Bernhard Förster.

La hermana de Nietzsche y Förster “vinieron en barco con un grupo de alemanes interesados no solo en la tierra, sino también en preservar la cultura y la ideología aria”. Los había convencido un amigo, el compositor Richard Wagner, que embebido en el sentimiento antisemita de la época propuso construir una nueva Alemania lejos de Europa, cerca de la naturaleza, vegana y, por supuesto, sin judíos.

Paraguay le pareció a Förster un lugar adecuado.  Después de la Guerra de la Triple Alianza [1864-1869], Paraguay fue forzado a pagar la deuda a Brasil y Argentina. El Gobierno de Bernardino Caballero vendió tierras públicas a muy bajo precio. Uno de los compradores, a crédito, fue Förster. 

Una docena de familias alemanas seducidas por una nueva vida se embarcaron en Hamburgo, cruzaron el Atlántico, subieron por el río Paraná desde Argentina y atracaron en el río Aguaraymi, a casi 300 kilómetros al noroeste de Asunción. La utopía aria se apagó apenas pisaron tierra. El clima húmedo y caluroso, la malaria, los parásitos y las serpientes hicieron estragos entre esas familias urbanas cargadas de hijos pequeños.

Talaron el monte, hicieron madera y siguieron la tradición europea de construcción.  Finalmente, todo se les hizo cuesta arriba. Pensaron que iban a venir a juntar plata con la yerba y la madera, pero no tenían la habilidad para hacerlo. Algunos se adaptaron y son las familias que están ahora. No se quedaron porque les gustó, se quedaron porque no pudieron volver.


Se cultivaba la yerba mate, una práctica que se perdió en los años ochenta.El pueblo vive ahora de la fabricación de ladrillos, algo de ganadería y agricultura y, aunque muy incipiente, del turismo. Junto a la congregación luterana hay una iglesia católica. Pertenecer a una u otra es parte del cisma. Cuando aquellas familias fundadoras se abrieron a los paraguayos, también cambiaron de religión. En Nueva Germania hay descendientes de los primeros colonos que son católicos y saben poco y nada de la aventura antisemita de Förster; tampoco conocen que el cuñado de Nietzsche se suicidó diez años después de desembarcado cuando vio que las deudas y las acusaciones de estafa acababan con su sueño ario.

Los paraguayos que estaban ahí cuando llegó Förster les enseñaron el idioma, la comida, la siembra, les transmitieron todo lo que tenían. Por eso no se les permitió ese sentimiento de superioridad de la sangre, se les advirtió de que se volverían mansos.

Nueva Germania es baja y silenciosa. Los comercios se concentran sobre la carretera que conduce a Asunción y no hay restaurantes; cinco posadas reciben a los turistas que se acercan, sobre todo en verano, para pescar en las aguas del río que hace más de 150 años recibió a Bernhard Förster y sus aventureros.

Un grupo de niños juega al fútbol en una cancha municipal de cemento y el taller de motocicletas es lo más concurrido. El 13 de mayo se celebra a la Virgen de Fátima, patrona del pueblo, y la imagen pasea desde hace nueve días de casa en casa. Se reza el Rosario, se toma mate y al final se juega un bingo. Un museo que está cerrado recuerda a los primeros colonos. La comida tradicional alemana se oculta en las casas de unas pocas familias.

Elisabeth Nietzsche regresó a Alemania en 1893, tras dejar el cuerpo de su marido Bernhard Förster enterrado en San Bernardino, una pequeña colonia alemana cercana a Asunción. Había fracasado en su intento por traer a su hermano desde Alemania a Paraguay: el filósofo detestaba las proclamas antisemitas que habían inspirado la creación de Nueva Germania.

Cuando Friedrich Nietzsche murió en 1900, la mujer obtuvo los derechos sobre sus manuscritos y los reescribió hasta hacer de su hermano un personaje al gusto de sus ideas ultranacionalistas. En 1935, Adolf Hitler y otros jerarcas nazis acudieron a su funeral.

A miles de kilómetros de Alemania, un pueblo paraguayo de calles rojas lleva una calle con su nombre: en el cartel municipal se lee Elizabeth Nigtz Chen.

En 2019 se estrenó Un suelo lejano, película documental coproducción de Paraguay y Argentina dirigida por Gabriel Muro sobre la historia de Nueva Germania.

FUENTES: Edición digital del periódico El País, de España; Wikipedia.

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