Santo Domingo, Por Julio César García. –La República Dominicana es conocida por su rica tradición en el desarrollo de talentos para las Grandes Ligas. Sin embargo, el sistema enfrenta desafíos serios debido a casos de jugadores que alteran sus edades o utilizan identidades falsas para obtener contratos lucrativos. Uno de los escándalos más famosos fue el de Danny Almonte, quien en 2001 causó furor en el Little League World Series antes de que se revelara que era dos años mayor de lo permitido. Aunque su caso ocurrió en el nivel juvenil, marcó un precedente para otros episodios en el béisbol profesional.
Numerosos jugadores han sido
descubiertos con documentos falsos después de haber firmado grandes acuerdos.
Tal es el caso de Miguel Tejada, quien admitió haber mentido sobre su edad, y
Fausto Carmona (nombre real: Roberto Hernández), quien fue sancionado por MLB
tras descubrirse su verdadera identidad. Estas situaciones no solo afectan la
credibilidad de los prospectos, sino que también dañan la reputación de las
academias dominicanas, reducen la confianza de las franquicias y afectan la
inversión en el país.
El daño a largo plazo incluye menos recursos para el desarrollo local y una mancha sobre la integridad del sistema de búsqueda de talento. Las Grandes Ligas han implementado medidas más estrictas de verificación, pero el problema persiste debido a las complejas dinámicas económicas y sociales que impulsan a los jóvenes a buscar un contrato a cualquier precio. Por eso, se requiere una combinación de educación y reformas institucionales para proteger la integridad del béisbol dominicano y garantizar oportunidades justas para todos los prospectos.
El caso más recientemente
descubierto es el de un joven pelotero dominicano con el nombre de César
Altagracia, quien tenía ya un preacuerdo por más de 4 millones de dólares para
firmar en 2027 (cuando supuestamente cumpliría 16 años y sería elegible) con
los Padres de San Diego.
Pero de acuerdo con ESPN, Altagracia
no tenía 14 años como decía, tenía 19 años y al parecer tampoco se llama César
Altagracia, pues utilizaba un acta de nacimiento falsa.
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