El mito de
San Cristóbal, Por Julio César
García. – Una vez más, el retorno a clases ha comenzado. Días de
tensión, despedidas, llantos de niños, padres que se separan por primera vez de
sus hijos, gastos exorbitantes en útiles y libros, interminables tapones... en
fin, lo mismo de cada año.
Como en el relato mitológico,
cada año subimos la piedra hasta la cima de la montaña solo para verla rodar
nuevamente hasta el fondo. Y así, una y otra vez hasta el infinito. Subimos la
piedra, solo para verla caer.
Y así continúa nuestra
educación, atrapada en una maldición impuesta por algún dios desconocido, sin
poder avanzar hacia el éxito, por más 4% que se le inyecte.
Este año trae algunas
variantes. Por ejemplo, los uniformes escolares y zapatos que entrega el INABIE
se distribuyeron a tiempo en casi todo el territorio nacional (aunque ya
sabemos de algunos que se robaron y pusieron a la venta como si “Na´e´na´”).
Otra novedad es que los distritos recibieron a tiempo los registros de grado y
se harán las planificaciones, unas utopías que nadie sabe de dónde salen.
Sería interesante saber si estos planificadores se han enterado de que hay escuelas con goteras, sin abanicos, sin butacas o con ellas rotas, con más de treinta alumnos por aula y profesores que dicen "haiga", "naiden" y "alagarto".
¿Saben los planificadores de
nuestra educación que la falta de profesores se resuelve con un trabajo al
final del curso o sobrecargando los maestros con asignaturas que no les corresponden?,
¿Que lo importante no es cuánto pueda aprender el estudiante durante el año
escolar, sino la cantidad de promovidos con notas excelentes en el centro?,
¿Alguien les ha contado que hay centros sin condiciones para hacer experimentos
mínimos, y que en lugar de experimentos les piden ver un video en YouTube?
Mientras estos y otros problemas no se resuelvan, seguiremos subiendo la piedra
solo para verla rodar de nuevo.
Pero, ya está aquí el año
escolar, y comenzaremos haciendo misas en todo el país. No estoy seguro si con
la esperanza de que un milagro salve el año escolar o con el propósito de que
aceptemos todos que no hay nada que hacer y "dejemos eso así."
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