San Cristóbal, Por Leonardo Cabrera,28/08/2023.- Cuando haya pasado esta especie de fiebre mala que arropa el espectro político dominicano, estaremos de frente a un escenario incierto, lleno de brumas y temores, todo apunta a que la sociedad tendrá que levantarse sobre los escombros y las cenizas de principios, valores y reputaciones perdidas. Pero tal cosa, no parece importar a mucha gente.
Nunca como ahora la población
había sido testigo de tantos desparpajos, de una gran parte de nuestra clase
política, como si todo se tratara de «fiesta y mañana gallo» han puesto sus
intereses particulares y ambiciones desmedidas por encima del presente y futuro
de la familia dominicana.
No han escatimado en nada;
para algunos, es como si el barco hiciera agua, y quedan pocos salvavidas.
Tienen prisa, no se detienen a pensar, ni analizar, el alcance de sus
desatinos.
Para otros, en cambio, es como
pescar en río revuelto, el mar es para ellos y lanzan sus redes. Mientras, el
capitán se aferra hasta más no poder al timón de la barca, seguro de que sólo a
él, le pertenece. Eso es todo suyo.
De repente, de golpe y
porrazo, de forma abrupta, desenfrenada, el decoro se fue pal' carajo. La
política se simula en una gran playa de nudistas. Sin taparrabos, nada cubre
sus ligerezas, casi todos encueros, de igual a igual. De nada sirve el asombro,
si es que algo de asombro, aún nos queda.
Los inconversos de la
política, desesperados, cuelgan de forma visible sus precios, con o sin
intermediarios, sujetos a suntuosas rebajas y sin comprobantes fiscales, para
no dejar rastros, ni huellas de su "patriótica transacción," a no
ser, quizás, solo en sus conciencias, que, por cierto, algunos parecen no
tenerlas. Definitivamente, en cuestiones políticas, ya no hay santos en los
altares.
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