San Cristóbal. – Nacido en Almirante, Puerto Rico y bautizado con el nombre de Benito Antonio Martínez Ocasio este chico se convirtió en una figura irreverente, que bajo el nuevo nombre de Bad Bunny conectó con una juventud que experimenta y expresa un gran descontento con las exigencias de una sociedad doble moralista que rogaba a Dios en las iglesias y se escondía para prender sus velas a los santos.
El manejo
de un lenguaje acido, sin reparos de algún tipo, diciendo abiertamente y a todo
pulmón lo que se escucha en nuestros barrios, callejones y favelas, lo conectó
en muy corto tiempo con una sociedad que se hace llamar bajo mundo
(underground) y que vive una realidad muy distinta a la académica, formal y “bien
formada”, ellos no cuestionan en foros públicos los preceptos y conceptos que
se les han impuesto y en cambio entienden que todo lo anteriormente diseñado no
se corresponde con lo que quieren ni les pertenecen, han encontrado en este tipo de exponentes sus ídolos.
Entender
el fenómeno Bad Bunny será difícil mientras no nos demos cuenta de que gran
parte de la juventud de estos tiempos ya ha hecho a su modo y manera la ruptura
cultural con nuestros conceptos de lo que es bello, aceptable, bueno o importante,
esta nueva mayoría está atravesando en este momento su punto de búsqueda, creación
y aceptación de lo que serán sus nuevos valores culturales.
¿Cuánto duraran fenómenos como estos?
Aventurarse
en poner fecha de expiración para estas expresiones culturales que traen
entremezclados música, letras, tatuajes, formas de vestir, uso de símbolos y
colores, sería como adivinar los próximos números de una lotería, los pueblos
viven fenómenos evolutivos de distintas índoles y así como el siglo de las
luces nos legó un sin número de obras trascendentales en el ámbito cultural que
en su momento fueron satanizadas, este tiempo también legara a las futuras
generaciones sus creaciones y será el propio tiempo quien se encargara de
colocarlas en su justo lugar.
Hoy vemos
con asombro el fenómeno Bad Bunny adueñarse del escenario musical desplazando a
compositores y cantantes con expresiones que para nosotros son sinónimo de
belleza, sin embargo, nos cuesta mirar sobre nuestros hombres ya que en el
fondo sabemos que somos los verdaderamente culpables de lo que hoy ocurre y lo
somos por no tener un plan para llenar de valores morales y decencia a nuestros
hijos, que son los que hoy idolatran a Bad Bunny.
Una gigantesca estructura económica tras
Bad Bunny
Alimentados
por compañías de respaldo que hacen crecer a través de las redes sociales estos
artistas a través de los likes, las reproducciones y las suscriciones que
muchas veces son movidas por algoritmos informáticos, los nuevos dueños del
dinero mueven una economía paralela que incluye la inyección de millones de dólares
en campañas publicitarias, lanzamientos y producciones que no necesariamente
necesitan el retorno real y total de las inversiones, ya que el negocio no está
necesariamente en recuperar la inversión, más bien esta en mover el dinero.
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