Con los días navideños llegan también las nostalgias, ahora, ese inevitable encuentro con el pasado nos rodea, llega un tiempo de alegrías y celebraciones y también de añoranzas y lágrimas al recordar tantos seres queridos que hemos perdido debido a varios factores.
Este
es un tiempo propicio para seguir cultivando la esperanza, para ver más allá
del horizonte y alcanzar con esa mirada la silueta escurridiza de la dicha.
La esperanza debemos cultivarla y cuidarla para que crezca como lo hacemos con las plantas o con los hijos, la esperanza no debe perecer bajo ningún argumento, somos lo que damos y este es el momento más oportuno para dar esperanza y así ser como conjunto la esperanza de un mejor mundo.
No
dejemos perder la esperanza, pero mucho menos dejemos que nos arrebaten ese halito
que nos inyecta la vida de ser mejores y ser parte de lo mejor, vamos con uñas
y dientes a defender nuestro derecho a la esperanza, a la utopía, ese derecho a
ser felices.
Pero,
si aún la vida se empeñara en negarte el espacio para la esperanza, entonces
hazle trampa y busca la esperanza dentro de ti que seguro que ahí estará para
salir a brillar como un sol nuevo e iluminar a quienes te rodean.
No
dejemos perder la esperanza, ese grano de mostaza que algunos llaman futuro.
0 Comentarios