Un error de razonamiento que supone que es verdadero todo lo que sea una opinión mayoritaria o universal.
"Tienes que creerlo
porque eso no lo digo yo, lo dice todo el mundo".
Un argumento o falacia ad populum, argumentum ad populum (en latín, «dirigido al pueblo») o sofisma populista es una falacia que implica responder a un argumento o a una afirmación refiriéndose a la supuesta opinión que de ello tiene la gente en general, en lugar de al argumento por sí mismo. Se suele tomar como que un argumento es válido solo porque mucha gente lo cree así.
Los
argumentos ad populum se suelen usar en discursos más o menos populistas, y
también en las discusiones cotidianas. También se utiliza en política y en los
medios de comunicación. Suele adquirir
mayor firmeza cuando va acompañada de un sondeo o encuesta que respalda la
afirmación falaz. A pesar de todo, es bastante sutil y para oídos poco
acostumbrados al razonamiento puede pasar inadvertido.
Es
equivalente a tomar al principio de mayoría como sistema comprobatorio de la
verdad de un razonamiento. Pone de manifiesto en problema de las decisiones
democráticas, las que pueden ser lógicamente erróneas pero legalmente
obligatorias.
Lo
que cree o afirma la mayoría o totalidad de las personas es el sostén que da
validez a la creencia u opinión. Y no se necesita más para probar la verdad de
la afirmación defendida: la falacia da la razón a la mayoría.
Esta
falacia, como muchas otras, comete el error de ignorar los argumentos
relevantes que soportan o niegan una conclusión, y pone la atención en el
sustento que dan las creencias de la masa de una sociedad —es en este sentido
que se está muy asociado con el populismo.
Dejando
de lado a las argumentaciones relevantes, el argumentum ad populum necesita
conocer prejuicios de la gente para usarlos en provecho de la conclusión —la
parte medular está en lo de prejuicios, preferencias, manías, creencias que son
parte de la cultura masiva, simple y poco educada.
Se
trata de un aprovechamiento de emociones y sentimientos que con frecuencia
acude a mitos, leyendas y personajes caricaturizados que son con sencillez
comprendidos por colectividades grandes.
Es
en política donde más uso práctico tiene este tipo de falacia. Se oyen a cada
rato en los discursos de los gobernantes, que tienen cierta razón para usarlos.
Esos argumentos para el pueblo suelen conferir popularidad y de la popularidad
se nutren los gobiernos.
Existen
dos grados de falacia ad populum con mayor y menor consistencia. Se puede
afirmar sin pruebas que lo confirmen que la opinión mayoritaria de la gente es
X. En ese caso, la falacia es doble: se afirma una premisa que se desconoce y
además se le da autoridad a esa dudosa opinión mayoritaria.
Pero
puede ocurrir que se haya hecho algún tipo de consulta popular que permita
conocer esa opinión. Aun suponiendo que la consulta se haya hecho correctamente
y que la opinión esté bien reflejada en los resultados, este argumento sigue
siendo falaz. Nada justifica un razonamiento solo porque la mayoría piense lo
mismo. Este pensamiento se basa en la intuición de que la opinión general tiene
autoridad porque tanta gente no puede estar equivocada.
Dos
tipos de argumentum ad populum muy utilizados son la apelación a la tradición y
la apelación a la práctica común. La apelación a la tradición es decir algo
como: esto siempre se ha hecho así, por lo tanto es así. La apelación a la
práctica común, en cambio, es decir algo como: todo el mundo lo hace así, por
lo tanto es así.
Ejemplos
de Falacia Ad Populum:
¿Por
qué lo hiciste? "Porque lo hacía
todo el mundo".
Nueve
de cada diez de los electores son favorables a la ley, por lo tanto, es una
buena ley.
Debe
ser una película estupenda, porque hay unas colas enormes en la taquilla.
Cincuenta
millones de fumadores no pueden estar equivocados
La
marca X es la marca líder en Europa, por eso deberías comprar productos de esta
marca.
Tomado del perfil de Facebook de Manuel Sosa
0 Comentarios