Si te da ansiedad imaginar un mundo sin Facebook, Instagram o Whatsapp, vigila tu dependencia de las nuevas tecnologías. Es posible que seas un adicto.
Este experimento ya ocurrió el
pasado 4 de octubre, cuando millones de personas se frustraron al apagarse
estos tres servicios durante seis horas.
Una frustración que, en sus ejemplos extremos, hay quien se atreve a compararlo con un síndrome de abstinencia como el que se sufre al dejar las drogas, el alcohol o el tabaco.
Puede parecerte una
comparación exagerada, pero el psicólogo español Marc Masip la defiende a capa
y espada.
Cuando nos quedamos sin
Facebook, Whatsapp e Instagram, saliste rápido en Twitter a comparar las
tecnologías con la heroína y a desearnos con ironía un "Feliz síndrome de
abstinencia". Muchos pueden considerar esto una comparación exagerada.
¿Por qué lo argumentas? Porque fue una locura y ahí te das cuenta de la
importancia que le damos.
La gente enloqueció cuando en
realidad no pasaba nada. Estamos todos un poco perdidos. Las adicciones son
todas adicciones y no hay mucha diferencia entre la adicción a las drogas y al
teléfono móvil.
Es verdad que las drogas no se
pueden usar bien y el teléfono móvil sí. Eso es una ventaja.
Hay gente que te compara el
móvil con un martillo diciendo que puede usarse bien o mal, pero yo no conozco
a ningún adicto al martillo.
Cuando no disponemos de la
tecnología, como pasa cuando se cae Whastapp o Facebook, a todos nos entra un
malestar, un síndrome de abstinencia. La comparación con la heroína me parece
buena porque no somos conscientes aún de todo el daño que puede llegar a hacer.
Cuando se empezó a consumir la
heroína, no se sabía qué tan mala era y al final murió mucha gente. Esperemos
que ahora no sea así, pero hay gente que muere porque utiliza el celular hasta
cuando conduce.
Por no hablar de lo que
ciertas personas sufren con casos de bullying en redes sociales. Hay
consecuencias para la salud mental que aún no entendemos por el abuso del
teléfono móvil.
Con la heroína había dos
finales: morías por sobredosis o te mandaban a una clínica de desintoxicación.
¿Qué hay de la adicción a la tecnología?
Nosotros ya trabajamos en
clínicas de desintoxicación, porque la adicción puede llevar a problemas de
salud mental graves e incluso físicos.
Estamos viendo consecuencias
en el rendimiento académico de los jóvenes, accidentes de tráfico que pueden
llegar a lo peor, ansiedad, estrés, frustración, trastornos alimentarios
desencadenados por Instagram y el tipo de imágenes que se cuelga.
Vemos cómo los jóvenes se
comunican a través de la pantalla de forma rápida, fácil y cómoda, pero luego
en el cara a cara son cobardes y no tienen herramientas suficientes para
empatizar, mirar o abrazar.
Pero lo peor es sobre todo la
dependencia, cómo a la gente le cambia el ánimo a peor cuando se queda sin
Facebook o WhatsApp.
Es un problemón, porque la
dependencia es todo lo contrario a la libertad.
¿Qué hacen en la clínica de
desintoxicación?
Damos un tratamiento de
reeducación sobre el buen uso de las redes y las pantallas. Es una tarea
realmente complicada.
Si lo piensas, cuando tratas
una adicción a la heroína, la cocaína o la marihuana, partes de que socialmente
ya está mal visto. La gente tiene asumido que fumar, beber y drogarse es malo.
Con las tecnologías es más
difícil porque no se trata de dejarla de utilizar. Lo que hay que hacer es
reeducar para que se utilice mejor. Y no es nada fácil cuando todo el mundo a
tu alrededor la utiliza igualmente.
En nuestro tratamiento es muy
importante que el paciente supere esa fase de concienciación en que asuma hasta
qué punto es bueno utilizar una tecnología.
Me recuerda a la tesitura que
enfrentan muchos padres, cuando se proponen alejar a sus hijos más pequeños de
la tecnología, pero luego no pueden impedir que todos a su alrededor la estén
utilizando. Al final muchos acaban cediendo porque no quieren que sus hijos se
sientan excluidos.
Eso es un falso miedo de los
padres desde el cariño y el amor.
Pensamos que nuestros hijos no
tendrán amigos si no tienen teléfono y redes sociales, pero eso es mentira. Los
niños con teléfonos pueden tener amigos o no y los que no tienen teléfono
pueden tener amigos o no. Eso va más ligado a la personalidad y el ámbito
familiar y escolar.
Pero claro, pensamos que como
todos los niños o adolescentes tienen teléfono, los nuestros también los tienen
que tener.
Tenemos que cuidar al niño de
las pantallas para que no las necesite tanto. Para un niño, tener un smartphone
antes de los 16 trae más desventajas que ventajas. Sin formación, sin saber
usarlo de forma correcta, en el niño tiene más peso lo malo que lo bueno de un
teléfono móvil.
Porque, al final, ¿qué te
aporta un smartphone? ¿Que tus padres tengan control por si te pasa algo? Eso
también puede hacerse con un teléfono normal. De hecho, si te vienen a
secuestrar, difícilmente te dejen llamar a tus padres.
Si los adolescentes tienen un
teléfono inteligente, es sobre todo por las redes sociales. Pero ¿qué te aportan
las redes sociales? ¿Likes? Eso no es un aporte real. Los likes son simplemente
un chute de dopamina bestial.
Es importante que entendamos
que en nuestras redes sociales siempre mostramos nuestra mejor versión. Pero
esa mejor versión no siempre se acerca a la realidad. De hecho, mientras más se
aleja el yo virtual del yo real, más frustración se genera.
Y esa frustración se hace muy
amiga de la dependencia y la adicción.
Es importante educar, sobre
todo a los más jóvenes, en que no hace falta querer mostrar siempre lo que no
somos o lo que nos gustaría ser para tener aceptación. Hay que trabajar mucho
la autoestima de los jóvenes.
Mas información--------https://www.bbc.com/mundo/noticias-58872682
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