Dios me bendijo de una manera tan especial que no me hizo consciente hasta el día de hoy, no pedí lo que he recibido más sin embargo me dio la bendición más grande que puede aspirar un atleta, el reconocimiento, amor, cariño y respeto de mi familia mi gente, mi país, mis compañeras, mis entrenadores y mi padre por elección Cristóbal Marte.
En ese beso queda plasmado el
respeto que tuve por lo que hice durante más de 20 años, tanto por mí misma,
como por mis compañeras e incluso mis rivales y por último, pero no menos
importante, por lo que represente y representare hasta el último latido de mi
corazón, mi país, mi bandera, mi hermosa y Amanda República Dominicana.
Ahora es más fácil que
entiendan lo que siempre dije desde lo más profundo de mi corazón:
¡CADA GOTA DE SUDOR VALE LA
PENA POR TI!
Esto es una despedida a medias,
porque yo tengo un matrimonio sin divorcio con el deporte y con mi familia que
elegí del voleibol.
Solo me resta decir:
Que orgullosa de ser dominicana
0 Comentarios