Vocablo de uso poco frecuente con el que se define a un cuero, badana, pellejo, cutícula o piel curtido, completamente adobado, ornamentado, decorado y adornado con una estampa, grabado, diseño, imagen, viñeta, dibujo o lámina hecho a base de pintura. prensa o relieve, aplicado en la rama de la litografía.
La
etimología de guadamecí o sus variantes guadamací o guadamecil es una variante
de "gadamesí", en árabe andalusí ḡadamisí, que por su parte deriva
del gentilicio árabe ḡadāmisī, gentilicio de la ciudad magrebí llamada desde
muy antiguo Gadamés, ya que en ella se especializaban curtidores, marroquineros
y talabarteros que exportaban sus característicos cueros decorados y brocados.
Algunos escritores y artesanos consideran que el término guadamecí denomina exclusivamente al cuero trabajado metalizado con oro y/o plata, mientras que otros (y el propio diccionario de la RAE) se acogen a una definición menos restrictiva, considerando guadamecí todo el cuero policromado y labrado.
De lejos parecen cuadros o mosaicos, con un minucioso diseño geométrico, muchos colores y el empleo del brillo de metales como el oro y la plata que le dan un aspecto de gran belleza. Sólo cuando el observador se acerca y pregunta con curiosidad puede conocer que en realidad el guadamecí es una obra hecha en el cuero y según una técnica que ha cumplido más de un milenio y sigue fascinando. En Córdoba, España, tuvo gran esplendor y se sigue cultivando junto a su hermano, más austero, pero también tradicional, el cordobán.
¿En
qué se diferencia del cordobán, con el que a veces se le confunde? En primer
lugar, en el soporte: el cordobán es piel de cabra o macho cabrío, y el
guadamecí es carnero u oveja.
El
curtido de pieles se debió practicar en los pueblos más remotos por medio de
sustancias grasas, pero es muy probable que ya los fenicios curtieran con
tanino y que poseyeran también el arte de colorear las pieles, de quienes sin
duda lo aprendieron los griegos y romanos que empleaban el cuero por ejemplo en
sus escudos. Los árabes, y anteriormente otros pueblos nómadas, hacían gran uso
de las pieles curtidas para sus tiendas móviles.
Desde
el siglo VIII establecieron los árabes la industria de los guadameciles en España,
principalmente en Córdoba, cuyas producciones gozaron de fama europea por lo
menos desde el siglo XI. Le siguieron Sevilla, Toledo y otras poblaciones,
entre las que figura Barcelona desde principios del siglo XIV, si no antes. En
los siglos XVI y XVII se imitaron en Francia y desde el XV en Flandes y Venecia
los guadameciles cordobeses, y en dichos siglos pero ya desde el siglo XIV se
empleaban estos productos industriales y artísticos para tapizar el suelo y el
interior de lujosas habitaciones, así como para frontales de altar y se
construían muebles forrados con preciosos guadameciles en Italia, Francia,
España, etc. Los más comunes entre ellos son los cofres y arquetas, las sillas,
los estuches variados y las tapas de libros cuyos forros artísticos de cuero
llevan pinturas y repujados con el estilo propio de su época. Dichas tapas
suelen ser de estilo mudéjar en los siglos XIV, XV y principios del XVI y
platerescas durante el último, en España, con otras semejantes, de Italia.
Entre los monumentos más célebres en España se puede citar el forro de cuero dorado de la arqueta de Palencia, los guadameciles dorados y pintados que decoran la techumbre de dos salas en la Alhambra de Granada, un curioso armario decorado con piezas de guadamecil llenas de repujados platerescos que figuró en la colección Spitzer de Viena y varias encuadernaciones con repujados mudéjares y platerescos como el Misal de Toledo del siglo XIV y otros en bibliotecas particulares.
Actualmente
en España se trabaja en talleres artesanos en la ciudad de Córdoba
fundamentalmente, cabiendo destacar la figura del artesano y artista Ramón
García Romero, quien ha sabido rescatar esta magnífica técnica omeya olvidada
en el tiempo.
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